jueves, 21 de octubre de 2010

La vida...

La vida es como un libro sin final, pero con la suerte de saber decidir terminar bien o terminar mal.
Se resume en un constante vaivén de sensaciones, experiencias y sentimientos, cómplices de nuestras decisiones, acompañantes hasta el juicio final.
Un extenso prologo de nuestra existencia cuya finalidad es saber qué rumbo tomar.
Nuestro narrador, un ser omnisciente que muchas veces es nuestro propio amigo imaginario, incluso el más fiel de todos, que simplemente representa nuestra esencia.
Muchos de los capítulos de nuestras vidas, con más ganas de estallar al mundo, con deseo de seguir al siguiente, como escalones difíciles de alcanzar, pero no imposibles de llegar.
Guiones con diálogos totalmente infantiles como maduros, felices y nostálgicos marcan con pluma filosa cada página de nuestro ser, solo para no hacernos olvidar de muchas moralejas de la vida que por terquedad no aprendemos hasta que por fin duelen para hacernos entender y recordar.
Son cantidades de páginas que contarlas no tienen tanto sentido como decir: “Esto no es un simple libro, esto es una saga y aún no saben cuando publicarán el último libro donde den el final”. Simplemente, nadie sabe cuándo es nuestro final, todos con un término diferente, pero con la esperanza de reunirnos todos en el mismo lugar.
Familia, amigos, cercanos, conocidos, niños, adultos, un circulo de afinidad, sin darnos cuenta hemos hecho un diario de vida digno de publicar, pero no es necesario, quienes están a nuestro lado siempre valorarán nuestro esfuerzo, entrega  igual que todo lo demás.

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